Herramientas de escritura
En lo personal me gusta pensar en la escritura en tres fases:
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Hacer un borrador
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Editar el texto
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Diagramar el texto
Para cada una me gusta usar herramientas diferentes, pues lo que beneficia a una le resulta inconveniente a las otras. En esto soy un fiel seguidor de la filosofía Unix: cada herramienta debe hacer sólo una cosa y hacerla bien. Por ello no me agrada la idea de usar cosas como los procesadores de texto (sea el Word respectivo de Libreoffice o Microsoft, o Google Docs), ya que mezcla escritura, edición, y diagramación. A michas personas no les molesta, pero en lo personal me resulta incómodo y me dificulta concentrarme en la tarea a la que me quiero dedicar.
Por la descripción que hago a continuación puede parecer engorroso, y es posible que lo sea. Creo que esta interpretación viene más de que no estamos acostumbrados a distinguir entre las fases, y en mayor o menos medida nos dedicamos a las tres al mismo tiempo sin darnos cuenta de ello. Y en últimas creo que la multiplicidad de herramientas me gusta es por eso: hace explícita cada labor dentro del proceso, y por ello mismo me ayuda a disfrutarla más y, espero, a hacerla mejor.
Voy a hablar en gran medida de las herramientas que uso (o de otras más sencillas que recomiendo), por lo que habrán muchos links. Esto lo hago más por si hay alguien interesado en probar esta aproximación a la escritura y le interesa conocer las herramientas que uso. Pero en el fondo mi intención aquí es más plantear la separación de fases de manera consciente, y que ello pueda ayudar al lector en sus ratos de escritura, ya sea porque comparta o rechace las ideas que estoy planteando.
1. Escritura: papel y lápiz
Si bien mucho se ha dicho de los beneficios de escribir a mano para la escritura creativa yo lo hago porque lo disfruto. Desde hace mucho tiempo me he aficionado a la caligrafía, y aunque por lo general no suelo escribir siempre con letras muy especiales sí le tengo cariño a escribir en cursiva. De nuevo, lo hago porque me ayuda a disfrutar más el proceso.
Ahora, además de ello creo que tiene otras dos ventajas para esta fase. La primera es que no permite revisar el texto, en especial si se escribe con esfero/bolígrafo o con una pluma, por lo que muy pronto uno aprende a reflexionar un poco antes de escribir cada frase y, una vez plasmada la idea, no se vuelve a preocupar por cómo quedó. Para ello está la fase de edición: lo que nos preocupa ahora es escribir. La segunda ventaja es que obliga a escribir más lento, que nuevamente ayuda a reflexionar más sobre lo que se quiere decir.
Y punto extra: no hay notificaciones ni apps que nos tienten. Basta con dejar el celular en otro cuarto o en un cajón para estar a solas con el texto.
2. Edición: editores de texto
Ya con el borrador definido me gusta copiar el texto a mano para hacer una copia digital. Esto es lento y aparatoso, pero me fuerza a leer el texto con cuidado, y gracias a ello me resulta más fácil notar errores de redacción o de estilo (como las cacofonías). Generalmente al terminar este proceso el texto ya tiene una primera “capa” de edición, que dependiendo de su finalidad puede ser suficiente.
Para esto me gusta servirme de lo que llaman editores de texto, tipo Notepad, y algún lenguaje de marcado ligero (como AsciiDoc u Org-mode). La razón de ello es que me gusta centrarme sólo en el texto, sin preocuparme por cómo se verá en la página más allá de poder separarlo en secciones, agregar notas al pie o referencias bibliográficas, y usar itálica y negrita. Otro motivo es que me gusta cacharrearle a mi sistema operativo (uso Linux), por lo que a cada rato estoy editando archivos de configuración y me gusta usar la misma herramienta para editar texto, sea prosa o archivos de configuración.
De momento estoy usando neovim, que es un editor ligero y altamente configurable que me permite realizar ambas labores con facilidad. En el pasado he usado Emacs junto con Org-mode (con los que escribí mi proyecto de grado), que también es una gran herramienta para estas labores. Tanto neovim como Emacs están hechos por y para programadores, por lo que no le son útiles a todo el mundo, pero como yo vengo de ese mundo disfruto usarlos: con los complementos disponibles puedo tener una experiencia minimalista sin perder cierto eye-candy como sucedería usando Notepad. Mis archivos de configuración de neovim los pueden encontrar aquí.
Creo que para alguien interesado en explorar este tipo de herramientas le recomendaría usar Ghostwritter, que es un editor sencillo, con lo esencial, diseñado para escribir usando Markdown.
Diagramación: Pandoc y LaTeX
Ya con el texto revisado las veces que lo necesite (o hasta que me aburra de no declararlo terminado) me gusta sacarle el rato a “maquillarlo” para que su lectura sea agradable. (Ya se habrá dado cuenta el lector que disfruto acompañar la vida del texto de principio a fin). Para ello no hay sino que exportar el archivo de texto de la fase anterior, para lo que uso Pandoc para exportar al formato LaTeX. Ghostwritter está integrado con Pandoc, por lo que puede exportar al formato .docx fácilmente desde el menú.
Aquí brilla el poder de los lenguajes de marcado sencillo, ya que es muy fácil exportarlos a otros formatos sin que generen problemas imprevistos, pues sólo contienen la información necesaria. Y ya con el texto en el formato deseado (sea .tex o .docx) es posible concentrarse en cómo se va a ver. Yo uso LaTeX por lo poderoso que es y porque facilita usar plantillas. Es decir que una vez tengo el diseño para un tipo de texto no tengo sino que exportar lo que he escrito, referenciar mi plantilla, y ya queda listo para publicar, con todos los adornos y pendejadas que me gustan. Pero eso soy yo; esta misma fase es perfectamente realizable dentro de Word (supongo).